Imágenes de los restos del Castillo de Alba
SITUACIÓN GEOGRÁFICA
La comarca de Alba se halla situada al Norte de la Provincial de León, extendida sobre las laderas de montes y sobre los valles que los pequeños afluentes del Bernesga van formando; aún en la montaña, en las últimas estribaciones de la Cordillera Cantábrica. En estas tierras se marca claramente la dulce transición entre nuestra región montañosa, feraz y áspera y las llanas y pardas tierras de la meseta.
La antigua entidad territorial y concejil de Alba abarca los lugares de Olleros, Sorribos, Llanos, Puente, Alcedo, La Robla, La Seca, Cascantes y Valsemana.
Limita al Norte con las tierras de Gordón, actual Ayuntamiento de La Pola. Al Sur con las de la Hermandad del Bernesga Arriba. Al Este con las tierras del Valle de Torío y al Oeste con los viejos concejos de Viñayo y Ordás. Linda por tanto con los lugares de Nocedo, Pola, Peredilla, Llombera, Matallana, Orzonaga, Robles, Pardavé, Pedrún, Matueca, Fontanos, La Flecha, Cabanillas, Cuadros, Rioseco de Tapia, Tapia, Benllera, Carrocera, Santiago de las Villas y Cuevas.
Lo expuesto a continuación, se basa en lo descrito por Juan José Badiola, en su libro Alba y Fenar: Orígenes históricos de la comarca de La Robla
LOS ORIGENES
Allá por el Cuaternario, durante la última glaciación, nuestros montes y valles disponían de unas condiciones climatológicas lo suficientemente benignas para propiciar en sus cuevas la vida del hombre paleolítico. En cuanto a la estratigrafía de las rocas, estamos en una zona ligeramente distinta al resto de la zona central de la Cordillera Cantábrica. Se trata de rocas del Carbonífero inferior, en lo que los geólogos han denominado genéricamente Formación Cuevas (Wagner et alt 1971)
Probablemente en varias de ellas se hubiesen encontrado huellas de ese períodos si la actividad de canteras y explotaciones no acabaran años ha con sus bóvedas o las hundiesen por completo, algunas de ellas con su entrada mirando a Mediodía y seguramente con capacidad suficiente para permitir su utilización como habitación humana.
Pero en la Cueva del Castro, en Alcedo hubo más suerte hallándose en 1922 el más importante yacimiento paleolítico de la Provincia de León, del que se ocupó el ilustre Julián Sanz Martínez en aquel entonces. La cueva se haya antes de llegar al pueblo por el norte, en un alto a la izquierda del camino y su entrada daba al Sur. Se encuentra al Norte: del pueblo de Alcedo, aproximadamente a 42°49’10» de latitud Norte y 10°56’2″ de longitud Oeste del Meridiano de Madrid (Hoja 129, La Robla, E: 1/50.000, I.G.M., 1942), a una altitud de 1020 m. ya una altura sobre el nivel actual del río de 30 m. El estado en que se halla es casi idéntico al que describió su descubridor: lo que debió ser el vestíbulo de la cueva ha desaparecido, una cantera dio buena cuenta de su bóveda, y en su lugar se han depositado grandes cantidades de derrubios, sólo se conservan dos galerías terminales a las que es muy difícil acceder.
Posteriormente y en base a los estudios realizados por Sanz Martínez, Julio M. Vidal, de la Université de Bordeaux (Institud du Quaternaire) llevó a cabo un interesante trabajo acerca del tema en que se describen y datan los 123 útiles encontrados, que están depositados en el Museo Arqueológico Provincial de León.
Utensilios del período Paleolítico Superior, nivel Ziriense, hallándose un raspador, buriles; una punta aziliense y un solo objeto de hueso, pareciendo un fragmento de azagaya. Del Auriñaciense, cuarenta y dos objetos: raspadores, buriles y otros útiles. Del Magdaleniense hay otros cuarenta y dos objetos líticos y dos en hueso, más dos fragmentos de ocre. Los fragmentos de ocre parecen provenir de posibles pinturas parietales. Hay otros objetos de nivel Musteriense (Paleolítico Inferior) y otros sin clasificar, como raspadores, buril y fragmentos de hojas.
Ejemplos de útiles
Si en el Paleolítico fue posible la existencia del hombre en estos parajes, las óptimas condiciones climáticas del Neolítico, cinco milenios antes de Cristo, permitirían indiscutiblemente el asentamiento de nuevas culturas, agrupadas en tribus mayores y más organizadas cada vez que desarrollarían la ganadería, algunas formas de agricultura y la cada vez más perfecta industria lítica, sustituida más tarde por utensilios y armas de los primeros metales conocidos y utilizados por el ser humano.
Tanto en la comarca de Alba como en otras vecinas de esta montaña han sido hallados varios instrumentos de piedra atribuibles a estos períodos y, según parece, de entonces data el origen de la notable tradición de la construcción de castros en tierras del Noroeste peninsular, en los que es abundantísima la región de León.
Con todo ello tenemos los posibles alineamientos destinados a cultos astrales del Rabizo (destruido) y Camposagrado, «muria» en cierto modo de la comarca por el Oeste, estudiados, entre otros, por Antonio Justel. En Camposagrado podían verse los círculos de piedras alineadas e, incluso un ídolo pétreo centrado el santuario
Las piedras se alinean en círculo alrededor de una más grande central, separadas por distancias constantes, orientado el conjunto hacia la salida del sol sirviendo quizá de calendario astronómico.
EPOCA PRERROMANA
Sobre toda esta base étnica y cultural de origen neolítico de la que provendrán seguramente los vascones y las tribus muy posiblemente emparentadas con ellos que vivieron por estas tierras y que a decir de algunos, recuerdan aún topónimos e hidrónimos leoneses, invasiones de procedencia extra-peninsular vendrán a dejar grupos de inmigrantes proto-indoeuropeos, como ilirios, tracios y ligures o ambrones, o, desde VIII y VI a. de C., las distintas oleadas célticas; que, procedentes de Centro Europa, conocedores de la utilización industrial del hierro, se convertirían en la nueva élite dominante.
De todo ello serían fruto los astures y cántabros, señores de todas estas vastas regiones del Norte, los cuales, de talante fiero e independiente, habitan los numerosos bien defendidos castros que poseían por nuestra geografía, ubicados sobre cerros y altozanos con fines estratégicos, desde los que se dominaba el correspondiente territorio de cada clan.
Topónimos de raíz prerromana no parecen faltar, según autores, tales como el del Valsemana. También está el nombre de nuestro río, el Bernesga, procedente de la voz «VERN» (sauce, salguera) al parecer de una palabra de origen celta, o cuyo significado sería el de «río de álamos», según otros o, como expresa Escobar, con origen etimológico en las partículas indoeuropeas BER o BR (creación, bendición, principio) más la voz ES=IS (río) y el sufijo posesivo CA=GA.
La zona que tratamos se encontraba en pleno territorio de los Astures Cismontanos o Forilmontanos, divididos a su vez en varias tribus o «gentes», las cuales se subdividían en numerosos clanes o «gentilitas». Quizá la regi6n perteneciese a la «gens» de los lanienses, con capital en Lancia (Villasabariego), que, al parecer, dominaba un amplio solar que llegaba hasta los montes divisorios de las dos Asturias.
Aún recuerdan los castros de aquellas gentes los nombres de algunos pagos comarcanos, especialmente tres que, por la forma situación de los montículos en que se sitúan, debieron ser más importantes. Uno está en La Devesa de Llanos, sobre un monte cercano al rio, desde donde se domina todo el valle del Bernesga.
Otro castro tenemos en Alcedo, bajo la cueva del yacimiento paleolítico, sobre una elevación de terreno que domina el valle de La Robla y Llanos.
El tercero se halla en Naredo en un monte cercano al lugar, vigilando la zona con su característica forma de cono truncado. Para Mauricio Pastor, la región de La Robla pudo ser posible lugar de ubicación de la ciudadela astur denominada Intercathia, perteneciente a los Orniaci, pueblo que más tarde pasaría a la Asturia Ultramontana.
EPOCA ROMANA
Roma encontró un territorio poblado por astures del grupo de los Orniaci, habitantes de castros diseminados por todo el valle. Dominó el territorio, trazó calzadas y puentes, y le dio un nuevo nombre Arbolium, terreno cubierto de árboles
Tras diez años de dura lucha, los astures son derrotados y sometidos después de la victoria romana del Esla y la toma de Lancia, la principal ciudad de aquel pueblo, por las tropas de la Roma Imperial, bajo la directa supervisión del Emperador Augusto. Romanos serán quienes exploten las riquezas minerales de Asturia con la barata mano de obra de los esclavos indígenas y, Bernesga abajo con nuestra comarca como punto de orientación, se asienta la Legio VII Gémina Pía Félix, centro militar de todo el país bajo cuya mirada van siendo latinizadas las gentes autóctonas e integradas en la vida del Imperio Romano.
Lentamente, en zona tan cercana a la Legio VII, militares romanos, muchos de ellos de origen Astur, fundarían sin duda sus villas por toda la ribera del Bernesga, conservadas incluso y con su nombre levemente transformado hasta nuestros días, como serian Villamanín, Villasimpliz, Tonln, etc. y, previa autorización senatorial, importantes cargos de la legión romana, al licenciarse, se convertirían en señores de toda una comarca poblada por aquellos ciudadanos romanos (cives) dueños de sus respectivas villas, colonos naturales del Pals y esclavos y es posible que; de entonces provengan algunos de nuestros pueblos aunque nada puede ser afirmado en este sentido.
Sobre la fecha en que fue creada la Legio VII Gemina y algunas de sus unidades auxiliares, sabemos que fue creada por Galba en el año 68 de la Era, por las lápidas de Villalís que conmemoran varios aniversarios de su creación, sabemos que la Legio VII Gemina recibió sus águilas en IIII idus iunias, es decir, en 10 de junio del año 68. Fecha esta que puede tomarse legítimamente como la del nacimiento de la ciudad de León, ya que la legión acampó hasta su disolución, en el mismo lugar donde hoy se alza León, cuyo nombre procede, precisamente, de Legio.
Alba fue comarca fértil y propicia para el desarrollo de la agricultura donde a ciencia cierta se asentó el legionario romano. De Sur a Norte la cruzaba la calzada que, partiendo de la Legio VII, iba hacia Asturias, a la vera del río y por debajo del castro de La Devesa que, al igual que los otros de estos valles, continuaría poblado como antes lo estuviese.
A lo largo de los montes que cierran el Valle de Fenar por el Norte, desde Rabanal a Solana, apareció hace unos pocos años un interesante yacimiento de esta época. Fueron hallados ladrillos y tejas muchos de los cuales llevaban grabado el anagrama de la Legio VII. Los restos encontrados corresponden a habitaciones y canales para la conducción de agua, destacando un magnifico horno para cocer piezas de barro, encontrado en Candanedo.
Todo ello induce a pensar en instalaciones romanas destinadas a la fabricación de tejas y ladrillos para la naciente ciudad de León, hechos con el material extraído de las productivas barreras del Valle.
Es tradición curiosa recogida en La Robla y Alcedo, con muy discutible origen, que el acueducto que cruza las aguas de la presa de La Robla sobre el Bernesga desde la parte de LLanos a la de Alcedo, fue levantado por los romanos. El acueducto, denominado comúnmente el «encañao», está asentado sobre las rocas que bordean el río y era de sólida fábrica.
Estaba formado por cuatro arcos, el primero de los cuales, de escasa altura y anchura, dejaba paso a la calzada que iba por el margen Oeste del Bernesga. El segundo era espléndido verdaderamente y cruzaba las fieras aguas del río. El tercero, de altura considerable en comparación con otros de este tipo, unía el anterior con la ladera de la montaña. Estos tres arcos eran de medio punto y sólo se conservan dos, el primero y el tercero. Un cuarto arco mucho más moderno, de la época en que se abrió la carretera de La Robla a Puente de Alba, cruzaba esta para dejar las aguas de la mencionada presa en tierras de Alcedo.
Los tres primeros arcos sufrieron varias reformas a través de su historia y poco es lo que queda hoy del puente romano. El cuarto arco tenía en la clave una losa con una inscripción en ella labrada que, a decir de algunos vecinos de estos pagos, fechaban dicho arco en el siglo XV, quizá por la época en que los Reyes Católicos ordenaron la apertura del Camino de Asturias.
Pieza arquitectónica de factura romana pudo ser el puente que salvaba el río en Puente de Alba, anterior al actual, siendo de origen romano la calzada que por pasaba él . Por ello, tan discutidas edificaciones, quizá abrían tenido en su creación la «mano» romana sobre si y, como ellas, el Castillo de Alba, vigilante perpetuo de la calzada desde los 1360 m. de altitud a que se encuentra.
Resquebrajados los cimientos del Imperio Romano de Occidente, tribus germánicas invaden estas tierras y suevos, vándalos, alanos recorren la provincia por la Gallaecia en que había sido incluido el territorio astur (Conventus Asturum), con capital en Asturica Augusta (Astorga) y puede ser que la comarca sintiese sobre sí el paso de sus caballerías en muchas guerras que entre todos ellos hubo, teniendo en cuenta que los Montes Ervasos, hoy llamados de Arbas, fueron testigos de una cruentísima batalla entre suevos y vándalos en el 419, llegando los primeros a convertirse en señores de la Gallaecia y haciendo de nuestras tierras una especie de cuña entre su reino y el de los visigodos, pues aquellos, a pesar de sus correrías por todo León, no debieron llegar a someter a las tribus autóctonas.